MADURAR EN LUZ






Cuando veo las palabras COACHING, MAESTRA/O, SANADOR/A como títulos que se ponen algunas personas para definirse en aras de vender el producto que ellos mismos representan, me pregunto cual identidad de ser humano se encuentra allí. Quién está al mando realmente: el corazón o la mente?
Por supuesto hay muchísima gente que tiene un caudal de conocimiento inmenso, que ha estudiado muchísimo, que se esfuerza por evolucionar conscientemente, que busca seguir aprendiendo… muchos lo hacemos! Desde el plano mental todo esto es indiscutible y es de reconocer el empeño.

A los que estamos en la senda del autoconocimiento nos mueve más bien servir en el plano espiritual propiamente dicho. Por eso, lo que digo, lo que observo y lo que escribo, siempre es desde mí.
Desde mi visión, mi propia perspectiva, y por supuesto no tiene por qué ser la tuya, y no es un ejercicio de condena sino de ver en mí misma qué hay de esto.
Además de incorporar conocimientos, es necesario que los vivamos, que experimentemos, que nos entreguemos con pasión a lo que hacemos.
Las personas que llegan a tocar nuestra vida son aquellas que nuestra energía estaba atrayendo para proseguir con el aprendizaje o cruzar el mar en el que estábamos navegando. La humildad para reconocer que de todo lo que nos ocurre puede surgir una enseñanza o que cada persona puede resultarnos un espejo, es parte fundamental en nuestro crecimiento.

Madurar en luz requiere mucho más tiempo y esfuerzo cuando está empañado por esa parte de la personalidad de la que hemos hablado en algún otro momento, llamada ego.
Éste no es malo o bueno, sino simplemente es una porción de nuestra energía encarnada en esta tercera dimensión que actúa como máscara o escudo. Es esa parte que vestimos voluntariamente para atravesar los juicios de la sociedad.
Hay gente que me llama maestra porque les muestro cosas que no habían visto o porque les facilito alguna situación que les ayuda a sanar. Yo lo agradezco profundamente, y claramente lo reconozco como un mimo al ego. Lo dejo ir con amor, así como lo recibí. Cuando comparto las enseñanzas recibidas de lo Alto, digo que prefiero si me van a decir de alguna manera, que sea “sensei” palabra japonesa para designar a aquel que transitó antes el camino… aún sabiendo que mi camino y el tuyo no tienen por qué coincidir, ni siquiera parecerse o tocarse…

Creo que todos somos coaching de nuestra propia vida, todos somos maestros de otros permanentemente, así como somos alumnos. Y por supuesto, todos, absolutamente somos sanadores, tenemos el don de sanarnos a nosotros mismos. Tenemos el don de la regeneración en nuestros cuerpos físicos, aunque no siempre le damos el tiempo y el amor a nuestras células. Podemos con la INTENCIÒN y nuestras manos transmitir energía de altísima Luz que sane y restaure, que equilibre y cuide.

Lo que te propongo es repensarnos, discernir, analizar sobre lo que otros nos sirven en bandeja… porque ocurre que hay bandejas tentadoras pero que contienen manjares que no son los mejores para nosotros.
Entonces te pido siempre que recuerdes que es tu SER interno el que sabe, el que elige, el que despierta, el que recuerda.
No necesitas maestros, gurús ni coachings externos. No necesitas pastores que te lleven de las pestañas o te digan qué y cómo hacer. Cuando estás enfocado en tu crecimiento, en elevar tu conciencia, van a llegar las oportunidades indicadas y las personas correctas de una manera absolutamente perfecta. Sin necesidad de que venga acompañado por designaciones rimbombantes, sin chorreras de títulos o certificados enmarcados. Los marcos, como tales, limitan.

En verdad las respuestas están adentro, solo que no nos tomamos el tiempo y no nos damos la paciencia de trabajar con nosotros mismos.
Te invito una vez más, a escribirte una bella carta a tí mismo, a usar tu cuaderno de trabajo una y otra vez, a tener muchos cuadernos para poder explayarte, leerte y analizarte. Te convido este espacio, mi blog, para dejar tu comentario, tu aliento para alguien que lo necesita, tu festivo agradecimiento a la vida… en fin, lo que sientas en respeto y luz.

Que cada uno pueda mostrar su maestría desplegándose soberanamente!


Bendiciones de mi corazón al tuyo, Yo Soy Verónica Heiland (c)


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