LOS SUEÑOS, LA PUERTA OCULTA DE LAS EMOCIONES




dreams

¿Por qué soñamos? ¿Qué pasa con nosotros durante el estado de sueño? ¿Cómo entender el lenguaje y la naturaleza de los sueños? ¿Se sueña despierto o dormido?¿Es esta realidad un sueño?
Los sueños son una ayuda inestimable en el autoconocimiento, son el lenguaje del alma, la puerta oculta de las emociones, expresiones de nuestro inconsciente y subconsciente. Mediante los sueños, nuestra parte más profunda se comunica con nosotros. Las emociones que afloran las traduce la mente en formas extrañas, en símbolos, pero no son tanto las formas en sí sino la percepción del momento, la sensación que nos deja el sueño, lo que revela el mensaje del que nuestra alma quiere que tomemos conciencia. Los sueños nos indican en qué estadio evolutivo nos encontramos, en qué grado de conciencia se encuentra inmersa el alma.

El estado de sueño es muy similar a cuando morimos, salvo que cuando dormimos nuestra alma sigue conectada al cuerpo físico a través de lo que se conoce por “el cordón de plata”, es decir, el cordón energético que nos mantiene sujetos a la Tierra. Durante el sueño acarreamos una vibración de la Tierra y de la conciencia de masas más pesada que cuando morimos, por lo que no siempre es fácil llegar a otros reinos o dimensiones lejanas. Por lo demás, dormir y morir son procesos similares.

Los sueños son necesarios. Son el puente entre la Tierra y nuestra naturaleza lumínica-angélica “al otro lado del velo”. Nos aportan el equilibrio entre nuestra energía espiritual y nuestra energía humana. Si no durmiéramos no soñáramos, nos quedaríamos tan atascados en la energía terrestre que perderíamos la conciencia de nuestro origen sutil. Dormir nos permite recordar y literalmente elevarnos de vuelta a los reinos no-físicos.

Antes de empezar el ciclo de encarnaciones, en los tiempos en que explorábamos la Tierra y creábamos las condiciones que la harían habitable, colocábamos nuestra energía espiritual en un cuerpo físico durante breves periodos de tiempo, para luego llevárnosla de vuelta “al otro lado”, a los reinos sutiles. Poco a poco nuestra energía espiritual se acostumbró a estar en una forma física, lo que permitió tener encarnaciones, es decir, estar en la Tierra durante periodos largos para experimentar su densidad y aprender de nuestras experiencias aquí.

Fue entonces cuando dormir y soñar se volvió necesario. Mientras dormimos, nuestro ser se queda como en estado suspendido, todo en nuestro cuerpo se ralentiza. Nuestras células se renuevan y rejuvenecen, la mente abandona su actividad desenfrenada y nuestro espíritu sale de “la prisión del cuerpo”. Éste es en realidad nuestro estado natural.

Hay toda una simbología alrededor de los sueños. No es mi intención ahondar en ella, pero es cierto que existen algunos símbolos de la conciencia universal que nos revelan información acerca del alma. Carl Jung los ha descrito en su mayoría con gran precisión. Pero muchos ya no se ajustan a nosotros. Esta simbología está cambiando a medida que lo hace nuestra conciencia y nos adentramos en una nueva energía.

Por otro lado, es mejor no tratar de asignar un significado único a un determinado símbolo -ya que no tiene que ser para todo el mundo igual-, sino de sentir qué nos quiere decir la energía de un sueño a nosotros particularmente. De hecho, los símbolos irán siendo cada vez más personales, más propios del alma que los experimenta, no de la conciencia colectiva o conciencia de masas.

Durante la noche viajamos a muchos lugares. Al igual que cuando morimos, durante el sueño podemos trasladarnos a distintas realidades y niveles a lo largo del camino. Algunos no se alejan mucho; se quedan, por así decirlo, en las energías aledañas a la Tierra, manteniéndose muy cerca del cuerpo físico.

Otros se recrean en las dimensiones cuarta y quinta. Éstas son todavía realidades o niveles de conciencia cercanos a la Tierra, con muchos atributos terrestres. Se les podría llamar también “la tierra de los potenciales”. En ella representamos distintos escenarios posibles. Nos llevamos nuestros asuntos más acuciantes, ya sean relacionados con la abundancia, la pareja, alguna enfermedad, nuestro trabajo o pasión del alma, nuestros seres queridos, nuestros anhelos… y probamos diferentes potenciales en un intento de resolver dichos asuntos. Algunos de estos potenciales los manifestamos luego en la realidad física, de vuelta en la Tierra. Otros los dejamos allí, donde permanecen como tal, como puros potenciales. En cualquier caso, esta “tierra de potenciales” es un lugar aún próximo a la Tierra y la energía terrestre. Digamos que no es un lugar de una muy elevada conciencia aún.

dejando el cuerpo

Otras personas, mientras duermen, van un poquito más lejos y hacen un trabajo valiosísimo. Se alejan de los reinos terrestres y desde allí, donde la conciencia es más clara y elevada, desempeñan diversas labores de apoyo, bien a la Humanidad o bien a la Tierra misma. Algunos ayudan a otros seres humanos a superar dificultades o desentrañar desafíos; otros ayudan equilibrando las energías terrestres; otros están creando lo que en otro artículo he llamado y descrito como “la nueva Tierra”. Básicamente, estos humanos, durante su estado de sueño, enseñan o asesoran a otros. Son grandes equilibradores de energía, humanos que han trabajado mucho en su interior y conocen el alma humana suficientemente como para poder asesorar.

Los hay quienes se alejan aún más y llegan a realidades puramente anti-materia, donde no hay fisicalidad alguna y la mente inferior ya no comprende lo que percibe. Las almas que vienen aquí lo hacen bien para descansar, bien para rejuvenecerse, o bien para enseñar a otros seres –que aún no han encarnado pero quieren hacerlo– cómo es ser humano y vivir en la Tierra.

Los sueños que tenemos son más difíciles de interpretar y entender cuanto más nos alejamos de los reinos físicos y más nos acercamos a los puramente anti-materia y cristalinos. Al visualizarse como una sucesión de acontecimientos erráticos, confusos y sin sentido, los desechamos sin prestarles atención. El no entenderlos, no obstante, no deshace el trabajo que se lleva a cabo al otro lado, pues éste es real.

En líneas generales, iremos a los lugares cuya vibración resuene con la conciencia que vayamos adquiriendo en la Tierra y con aquello por lo que nos sentimos atraídos aquí. Por ejemplo, un alcohólico, durante el sueño, se sentirá atraído por energías de la misma frecuencia a las que presenta el alcohol, y visitará, por así decirlo, “bares etéricos”, en los que no habrá bebida física, pero sí una energía que la representa (recordemos que los reinos cercanos a la Tierra todavía contienen energías muy densas que son un reflejo de nuestra realidad terrestre tridimensional). Nuestras adicciones, frustraciones y deseos reprimidos encuentran al otro lado un espacio propicio donde dar rienda suelta a su expresión.

Es decir, también durante el sueño atraemos energías que vibran en sintonía con nuestra historia personal, con nuestro mundo emocional. Cuanta más elevada y más clara sea nuestra vibración en la Tierra, más fácilmente podremos viajar a los reinos lejanos. Y, de hecho, es lo que nuestro espíritu anhela, pues es allí donde nos conectamos con nuestra esencia más auténtica y la mente descansa verdaderamente. Ésta puede ser comparada con un motor. Si forzamos el motor o lo hacemos trabajar durante excesivo tiempo, acabará agotándose. La mente, al igual que el motor, necesita un mantenimiento saludable, necesita reposo. Y al mismo tiempo le damos al espíritu la oportunidad de expandirse.

Por eso es importante elevar nuestra vibración a medida que avanzamos en la vida. Si no, seguiremos apegados a la energía de la Tierra, y al dormir impediremos a nuestro espíritu nutrirse de información, energía y experiencias al otro lado del velo que nos aporten descanso (a la mente) e inspiración (al espíritu). El espíritu se siente sofocado si no le damos el alimento energético que necesita para avanzar en su experimentación en la tercera dimensión durante los estados de vigilia.
Puesto que los sueños son del alma –del espíritu–, no de la mente, ésta no siempre nos devuelve imágenes literales de lo que ha sucedido al otro lado del velo. Los sueños son el lenguaje simbólico del que se sirve nuestra alma para revelarnos información que necesitamos conocer acerca de nosotros mismos, pero si hacemos una traducción o una interpretación literal de ellos, podemos perder el sentido verdadero. Hay que ir a la esencia, al sentimiento profundo que nos deja el sueño, no a la imagen literal.

Pongamos un ejemplo: estamos haciendo dieta porque no nos gusta nuestro cuerpo. En realidad la dieta es dura y nos hace pasar hambre, así que durante el estado de sueño engullimos (energéticamente) esa comida que anhelamos durante el estado de vigilia. Al despertar nos parece haber soñado que nos perseguía un león y que caemos en una trampa. Evidentemente no tiene nada que ver con lo que hemos ido a hacer al otro lado, pero, en esencia, el que nos persigan tiene el sentido de escapar de algo, por lo general de uno mismo. En este caso el escape es la comida, recurrimos a ella en un torpe intento de que ésta aporte la energía que nuestro espíritu está demandando y que podría obtener por sí solo sin necesidad de buscar en fuentes externas (en este caso, la comida). “La trampa” representaría el hecho de conferir a la comida poder y sustancia para nutrir nuestra alma, lo que sólo uno mismo, a través del trabajo interno espiritual, puede conseguir.

Siguiendo con el ejemplo, aun cuando la persona que vemos en el sueño no fuera nosotros, sino un familiar, un conocido o un desconocido, cuando uno sueña con otros, en realidad siempre se trata de uno mismo. Si, por ejemplo, en la escena el protagonista es mi hermano, la que está aflorando es la parte de él que hay en mí. Es siempre un aspecto mío el que me quiere decir algo.

Lo normal es que vayamos a un lugar concreto y pasemos allí toda la noche, pero las personas que están atravesando los últimos estadios de su evolución como seres encarnados en la Tierra se expanden muy fácilmente durante la noche y viajan a múltiples lugares de forma simultánea. Pueden estar explorando potenciales en estados de cuarta-quinta dimensión como de pronto alejarse hasta lo que algunos llaman “la tercera puerta”, e incluso más allá, a lugares de conciencia que la mente ya no es capaz de entender y donde el espíritu es completamente libre, donde residen las energías cristalinas originales.

Las personas que están viviendo actualmente una “vida de conclusión” y están limpiando el karma residual de todas sus vidas pasadas a menudo tienen sueños que reflejan sus experiencias antes de su primera encarnación, mucho antes incluso de que colonizaran la Tierra como exploradores. Son sueños que los trasportan a tiempos en los que se estaba creando el universo físico y distintas familias angélicas (espirituales) se disputaban energías. Se asemejaría a una guerra galáctica (la película “La Guerra de las Galaxias” es precisamente un recuerdo de estos tiempos). Estos sueños -aunque, de nuevo, no se muestren con imágenes literales- suelen dejar en quien los tiene una sensación de enojo y de vacío, ya que fueron tiempos especialmente duros en los que el robo de energía entre entidades fue devastador.

Por otro lado, hay muchas cosas que influyen en los sueños. Una de ellas es la comida que ingerimos por la noche y si ésta es ligera o pesada. Las cenas abundantes y copiosas, sobre todo las que incluyen alcohol, obligan al organismo a trabajar más para procesar la energía procedente de los alimentos. Para poder ir a los reinos más lejanos, se recomiendan cenas tempranas y ligeras.

Otra de las cosas que influyen en el tipo de sueños es si estamos a punto de enfermar. Durante los procesos de incubación de gripes y resfriados solemos tener sueños más dramáticos. En los procesos curativos el organismo pasa por una especie de limpieza, ajuste y transformación, y el alma se da el permiso de aproximarse a esos reinos lejanos para traerse de vuelta la información espiritual que necesita para su evolución.

Es posible que en los sueños aparezcan destellos de vidas pasadas, pero no es lo común, ya que las vidas pasadas en realidad están sucediendo todas a la vez y ellas mismas están teniendo sus propios sueños relacionados con sus propios asuntos.

Puesto que durante la noche muchas veces exploramos al otro lado potenciales que nos satisfacen pero no somos capaces de traerlos a la fisicalidad, de manifestarlos en la Tierra por distintos bloqueos, y porque durante el sueño accedemos a información inspiradora que el alma nos quiere comunicar, se trata de conectar ambas realidades, aunar ambos estados, el de sueño y el de vigilia, para ayudarnos a crear nuestra realidad de una forma más afín a lo que anhela nuestra alma. La Tierra también está elevándonse, al igual que nosotros, y ahora es más fácil nutrirnos e infundirnos de las nuevas energías disponibles a todo nuestro alrededor, incluidas las energías de sueño.

cordón de plata

Una forma de hacerlo es imaginar que el cordón de plata (el que sirve de sujeción entre ambos lados) se abre y se expande. Al no ser un cordón físico, sino energético, podemos ampliarlo, extenderlo, flexibilizarlo cuanto queramos e imaginárnoslo como queramos. Puede ser una escalinata cristalina bellamente adornada, o un ascensor plateado supersónico… Con la intención puesta en traernos de vuelta toda la información recabada durante el sueño, ésta estará disponible de una forma más consciente en la fisicalidad. Las energías del sueño atravesarán el cordón a medida que nuestro espíritu regresa al cuerpo justo antes de despertar. Y eso es lo que quieren: servirnos en nuestro diario vivir. En vez de tratar de interpretar los sueños, la recomendación sería, nada más despertar, tomar una respiración profunda como si estuviéramos permitiendo al sueño bajar con nosotros a través de nuestro cuerpo a la tercera dimensión. Interiormente podemos preguntarle al sueño, o, más bien, a las energías del sueño, qué quieren que sepamos, qué nos quieren mostrar, pues éstas contienen información muy valiosa para el alma. Incluso si hemos soñado con ratas o serpientes, con que matamos o morimos… lo que sea, o incluso si no nos acordamos de nada (lo cual sólo significa que la mente no ha podido establecer un símbolo con su realidad conocida)… esas energías tienen un valor y una enseñanza y vienen a apoyarnos, así que las respiramos hondo. Respiramos toda la energía de ese sueño.

Del mismo modo, al ir a dormir, también podemos pedir a nuestro espíritu-alma, con otra respiración profunda, que nos lleve a los reinos de conciencia-vibración elevada y diáfana para rejuvenecer, descansar, sanar, expandirnos, inspirarnos, instruirnos, enriquecernos… Recordemos que cualquier energía está ahí para servirnos, para que tomemos conciencia, para ayudarnos a regresar a nosotros mismos.

Se trata, pues, de darnos el permiso de ser un “soñador consciente”. Con “consciente” aquí no me refiero a que la mente esté al mando, sino a que “la energía del sueño es tomada de nuestra propia conciencia”. Es hora de cambiar nuestra percepción acerca de los sueños. Son una gran herramienta para conectar todas las partes de nosotros que percibimos separadas o están desconectadas. Cuando integramos las energías de sueño mediante la respiración, éstas pueden manifestarse como chispas de intuición, una sabiduría expandida, una mayor apertura e incluso nuevas capacidades psíquicas durante los estados de vigilia.
En cuanto a los ritmos y patrones de sueño, éstos también están cambiando. El dormir ocho horas todos los días dentro de un horario más o menos fijo, forma parte de un sistema de creencias que a muchos ya no nos sirve. Si nuestra mente y nuestra alma están operando en nuevos niveles, ¿por qué no dejar que sea nuestro cuerpo quien nos diga cuándo y cuánto dormir? A veces necesitaremos tres horas; otras, doce, y no necesariamente de noche, sino que puede ser durante el día. Nueva energía, nuevos ciclos, nuevas formas. En la nueva energía, la mente cada vez actúa menos como filtro, y es el sentir, el corazón (no la mente inferior) quien se convierte en el capitán de nuestro barco.

Por último, no hay que olvidar que vivir en la fisicalidad en el planeta Tierra es ya de por sí un sueño. No es real, sino una mera proyección. Así que tenemos sueños dentro de un gran sueño. La película “Mátrix”, basada en “Un Curso de Milagros”, es un intento de que tomemos conciencia de este hecho. De manera que cuanto menos nos identifiquemos con este mundo que creemos nuestro, mejor. Podríamos decir que “estamos en el mundo (para aprender temporalmente), pero no somos del mundo”.


Y esto me lleva a la pregunta…. ¿también sueñan los seres o entidades al otro lado del velo? Creo que sí, pero eso tal vez lo desarrolle en otro artículo.

Fuente: Reconectando con Gema




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