CUANDO LA TRISTEZA INVADE EL ALMA





QUIEN MÁS QUIEN MENOS TIENE TRISTEZAS PROFUNDAS, PENDIENTES DE SANAR. A VECES SOLO SON SUPERFICIALES, ROZANDO LA PIEL Y CON EL DOLOR EXPLOSIONANDO A CADA INSTANTE. OTRAS, SE QUEDAN ANCLADAS EN LOS RECUERDOS QUE POR MIEDO NO NOS ATREVEMOS A NOMBRAR, ESPERANDO, A PUNTO DE DESPERTAR DE SU PROFUNDO SUEÑO, CUANDO VOLVEMOS A VIVIR UNA SITUACIÓN SIMILAR.

Cuando uno siente esa tristeza invadiendo lentamente el alma, lo mejor es conectar con el sentimiento. En silencio, despacio, de forma suave como dejando que resbale sobre el alma. Dando la mano al sufrimiento que conllevan y después abriendo espacio para que se dispersen en nuestro interior, a través de la comprensión.

No podemos y no debemos evitar la tristeza. Ella llega sin avisar y a veces, para quedarse mucho tiempo. Lo que podemos hacer es invitarla a pasar, no resistirnos al malestar que nos genera, siendo compasivos con lo que deja a su paso, pero a la vez buscar su origen, porque solo en su origen podemos trabajando la emoción que la causo, transformarla en conocimiento y alegría.

A VECES, NOS INDIGNA LO QUE “NOS HACEN” LOS DE FUERA. OTRAS SON LOS DE DENTRO QUIENES NOS LO HACEN Y NO ENTENDEMOS POR QUÉ NOS TRATAN ASÍ SIN MERECERLO Y ELUDIMOS COMPRENDER QUE CADA UNO LIBRA SUS PROPIAS BATALLAS, QUE TODOS ESTAMOS CONECTADOS Y QUE LO DE LOS DEMÁS NOS AFECTA. Y EVIDENTEMENTE TAMBIÉN LO NUESTRO MODIFICA Y CONDICIONA LO QUE OTROS VIVEN JUNTO A NOSOTROS.

Decisiones simples pueden convertirse en el inicio de historias inimaginables. Cualquier paso que creamos sin importancia puede cambiar la vida. Los sucesos se encadenan, las piezas se mueven y al final…todo encaja.

Las tristezas profundas anuncian alegrías inmensas que están por llegar. Todo es cíclico. Un polo se conecta con el contrario y en el medio surge la maravillosa chispa en la que debemos apasionarnos por la vida, por el trabajo interior y la convivencia con los demás.

CUANDO LA TRISTEZA QUIERE ANIDAR EN NUESTRA ALMA, DÉMONOS UN GRAN ABRAZO A NOSOTROS MISMOS, QUERÁMONOS Y RECORDEMOS TODAS LAS COSAS BUENAS QUE CADA UNO TIENE EN SU VIDA, ES EL MEJOR ANTÍDOTO PARA QUE LA TRISTEZA NO SE QUEDE CON NOSOTROS.



Fuente: La Ciencia del Espiritu



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